Los méritos de la marcha

Por Olmedo Urbáez
Barahona.

La marcha cívica contra la corrupción y la impunidad, que congregó ayer a millares de ciudadanos en esta capital, tiene muchos méritos, el principal de los cuales es el de haber levantado una voz fuerte, unánime, en contra de estos dos males que flagelan la institucionalidad del país.

Que haya transcurrido de manera pacífica y organizada, sin que ninguna organización partidista o grupos específicos de interés, la hayan capitalizado, le confiere categoría de reclamo ciudadano a este ejercicio democrático, y la valida como método legítimo al que puede recurrir el pueblo cuando siente que algo no anda bien.

Las marchas han ido suscitando la viva y entusiasta participación de los ciudadanos, ya sea para testimoniar un rechazo a leyes o códigos, ya sea para reclamar mayor seguridad ciudadana o para enfrentar la violencia.

La democracia, base del imperio de las libertades, se enriquece y se fortalece en la medida en que los ciudadanos se alinean para canalizar reclamos o denunciar anomalías, siempre dentro de los marcos del respeto a la ley, sin pretender usar las marchas o cualquier otra vía de exigencias como catapultas para la desestabilización del orden y de la paz, o de la institucionalidad misma.


En todo el mundo se producen estas marchas, lo que subraya los méritos que tienen Como auténticas expresiones del sentir de una sociedad, a la vez que sirven de termómetro a los gobiernos para ajustar, enmendar o eliminar políticas o realidades que la mayoría desaprueba.

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