El imposible mundo sin políticos
POR OLMEDO URBAEZ
BARAHONA.
Los políticos son pararrayos de todo lo malo. Cada
día me llegan imágenes de burla a los políticos. La mayoría se orientan a
ridiculizar a los que ejercen ese oficio de administrar el Estado. Es una
queja universal, pero nadie aporta una solución porque es imposible vivir sin
políticos.
El acento se
pone en el afán de riqueza de los dirigentes políticos. Se les vincula con la
corrupción y nada más se ve una parte de ella. Hay corruptos y corruptores,
pero los últimos no son objeto de la burla o el ataque social. En todo acto de
corrupción de un político hay una empresa o negociante que se beneficia, los
sustenta o soborna.
Hay políticos
serios. Aunque esos no se resaltan. En este país no hay quien señale a Juan
Bosch o Joaquín Balaguer y con grado menor de administrar poder a José
Francisco Peña Gómez. Esos tres líderes políticos ocuparon cargos de alto nivel
y no hay dedo que se levante para acusarlos. Y eran políticos de tiempo
completo.
Quejarse,
ironizar o burlarse de los políticos a nada conduce. Esos profesionales de la
administración pública son imprescindibles. Ellos, para mal o para bien, son
los que hacen posible el ejercicio del negocio político, trazan las reglas de
juego y rayan la senda de la conducta social.
Cotidianamente veo cómo se ensañan contra un oficio
necesario. Los políticos son entes de utilidad pública. Oponerse a su
existencia es cerrar los ojos a la realidad.
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