DEGRADANTE

Olmedo Urbáez
Barahona.

Fue de repugnante vergüenza  ver el sepelio del abatido ex teniente del Ejército de la. República Dominicana (ERD), John .Emilio Percival Matos, hubo gente vociferando consignas a su favor y pretendiendo justificar el accionar criminal que lo llevó a su triste destino.

De la misma forma que resulta degradante observar cómo, hay quienes que mediante justificaciones inaceptables pretenden convertir en una especie de Robin Hood caribeño a alguien cuya única definición es la de vulgar delincuente.

El tema Percival Matos y la banda de antisociales a la que se le acusó de liderar, y que hasta la redacción de estas líneas no ha podido ser completamente capturada, es. un punto ignominioso de la delincuencia apadrinada que muestra como un grupo pudo asaltar, robar, herir y matar durante cinco meses sin ser encontrados por las autoridades pese a ser conocidos.

Algo solo posible con el apoyo y la protección de manos o sectores poderosos, responsables no solo de su no captura, sino también de como obtenían las armas y los pertrechos militares que usada mes viene definido por algunas celebraciones, viene definido y viene marcado por algunos temas.

 En nuestro país (lamentablemente) no existe la pena de muerte por tanto al ex oficial de 35 años, retirado del ERD en 2011 cuando en ese mismo año fue acusado y encarcelado por la sustracción de una aeronave, debió haber sido atrapado con vida y llevado a la justicia para que respondiera sobre las imputaciones de por lo menos tres-atracos, una muerte, y tres heridos perpetrados entre agosto y diciembre del pasado año...y sus padrinos.

Pero la presión e indignación colectiva luego de la acción a una sucursal bancaria de una concurrida plaza comercial el 26 de diciembre y donde el hoy occiso participó irreverentemente como gatillero frente a las cámaras de seguridad, motivó la reacción del presidente de la República quien espabiló la “inercia” de las autoridades que ubicaron y dieron muerte al fugitivo dos días después, en una acción, definida como intercambio de disparos pero que pareció más interesada en matarlo para que no hablara que en atraparlo y llevarlo ante los tribunales.


Hoy lamentando el dolor de una familia cuyo miembro tomó el mal camino, no es correcto pretender posicionamiento ni dividendos políticos con su muerte o desconocer que John Emilio Percival Matos fue un delincuente que accionó como delincuente y pagó con la muerte las consecuencias de su decisión de vida.

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